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jueves, 13 de marzo de 2025

EN MADRID, COMIDA GALLEGA

Querida madre: Antes de nada quiero pedirte disculpas por mi tardanza en
escribirte, tengo la sensación de que al tiempo le han puesto alas, vuela.

A excepción de que he estado unos días en Madrid, haciendo vida familiar con dos de mis hijos, por lo demás, a mi regreso, no he hecho nada relevante: rellenar tuppers de comida para los otros hijos, es decir, lo de siempre.

Sabes que cuando viajo no dejo de visitar los mercados de cada ciudad, sobre todo si es portuaria, admiro los expositores de los puestos de pescado y disfruto viendo esos peces tan vivos, cosa que por aquí apenas se ven, ya llegan mareados de tanto viaje. 

A la capital de España llega una selección de pescados y todos con escamas relucientes, hasta he visto anguilas vivas.

El mercado que estaba deseando conocer, se llama Maravillas y el nombre más acertado no ha podido ser, allí se encuentra de todo y de calidad, me he quedado con ganas de volver, pero lo haré con una buena nevera.


Willy nos invitó a comer a su casa y quiso agasajarnos con una comida típica gallega, tampoco podía faltar una tarta de Santiago.

En una de las pescaderías del mercado compró un pez limón de más de dos kilos (yo no lo conocía) y en otra zamburiñas y unos berberechos enormes, a mí me encantan.






Ahora ya solo queda dirigirnos a su chalet y encender la barbacoa.

Pero antes quiero poneros una canción de Armando Manzanero y un poema que he escrito hace un tiempo, lo acabo de encontrar:




 

                          Gotas que caen del cielo

lluvia que besa la tierra

orballo que en mis mejillas

me recuerda a tus caricias.


 

Aquél beso humedecido

resguardados de la lluvia

y abrazados como niños,

era mística ternura.

 

Era aquél amor tan puro,

tan idílico, tan humano,

               que temíamos abrazarnos

por si la pasión crecía

y pudiese hacernos daño.

 

Era un tira y afloja, era…

¡qué se yo!

No encuentro las palabras

que expresen lo que se siente

cuando despierta el amor.

 

A LA PARRILLA PREPARÓ EL PEZ LIMÓN, LAS ZAMBURIÑAS Y AL CALOR DE LAS BRASAS ABRIÓ LOS BERBERECHOS.

 

ZAMBURIÑAS: Las puso boca abajo entre dos parrillas, las colocó sobre las brasas y dejó unos minutos que se hicieran, les dio la vuelta y roció cada una con aceite batido con sal, ajo y perejil.






BERBERECHOS: Los colocó en una sartén grande, la dejó calentar sobre las brasas y echó los berberechos bien lavados, se abrieron rápido y los comimos rociados con limón, a mí me encantaron.



PEZ LIMÓN:

La receta más sencilla no puede ser, el pescadero limpió y abrió el pescado para cocinarlo a la brasa y ya solo quedaba salarlo, (lo hizo con sal gorda), esperar un rato a que cogiera la sal y ponerlo en la parrilla a asar, cuando estuvo en su punto, lo roció con una mantequilla derretida con ajo, perejil muy picaditos y jugo de limón, ya estaba listo para llevarlo a la mesa y saborearlo ¡Buenísima su carne! Además nos han dicho que es rica en ácidos grasos saludables.





Antes de empezar a comer estuvimos tomando unos aperitivos que ya tenía preparados y los regamos con un vino Alvariño blanco muy frío que me recordó a mi tierra y luego seguimos con esas otras delicias a la parrilla que si una estaba buena, la otra más.




La tarta de Santiago cerró satisfactoriamente nuestra inolvidable comida en familia.



Madre, de algún modo tú también estuviste con nosotros.

Abrazos y cariños para compartir.

Kasioles

 

miércoles, 12 de febrero de 2025

SAN VALENTIN CON PASTEL DE HOJALDRE Y PIÑONES

 

Querida madre: Cuando ya son la una de la tarde y al mirar por la ventana
contemplo este día tan gris….


Recuerdo cuando comentabas que no te gustaban nada los días de invierno, yo no podía entender como las horas se te pasaban tan lentas, interminables me decías ¡la cantidad de solitarios que hacías para entretenerte!



Con el paso de los años he podido darme cuenta y comprender lo tristes que son estos días: las nubes impiden la salida del sol, la desnudez de los árboles dan sensación de frío, hay poca gente en las calles ¡pero si hasta los pájaros están escondidos!

Ahora yo también tengo la sensación de que el reloj va más lento y la oscuridad
de la mañana se prolonga hasta la hora de irse a dormir.

Cada persona tiene su reloj interno y no siempre mantiene el mismo ritmo: tic, tac, tic… tac…tic...





Y como se acerca el día de San Valentín, quiero dejaros una canción que bailé con Anthony al poco de haberlo conocido, en aquél entonces la cantaba José Guardiola.


















Se paró mi reloj

mejor dicho, dio marcha atrás,

se detuvo en un 14 de febrero

y pronto su péndulo

reanudó su característico tic, tac.

Los recuerdos tomaron vida

no, no son recuerdos,

todo es realidad.

Él está conmigo,

puedo ver su cara,

escuchar su voz,

sentir la caricia de su mirada

y del beso apasionado

que me tiene enamorada.



Hay amores que son eternos, siempre permanecerán vivos en el tiempo.


El amor es universal, pero al mismo tiempo es sensible y delicado, lo comparo con una bella planta que reclama constante atención y a la que hay que mimar todos los días.

Para festejar el día que se aproxima, hoy quiero dejaros algo dulce, tan dulce como un sincero y tierno beso de amor.




Aunque la repostería no es lo mío, si voy a tratar de intentarlo con un hojaldre relleno de mermelada y piñones por encima, es algo rápido y sencillo, la idea ha partido de algo que le vi hacer un día a Arguiñano con unos pastelillos.

INGREDIENTES: Algo más de la mitad de una lámina de hojaldre, un huevo, mermelada de melocotón o la que os guste y piñones,



PREPARACIÓN:

1- Separar la clara de la yema del huevo, para la receta solo utilizaremos la clara.


2- Batir ligeramente la clara y reservarla.

3- Desenrollar la lámina de hojaldre y cortar un rectángulo, de ese rectángulo sacar cuatro tiras, según se ve en la foto, pincelarlo.



4- Colocar las tiras cortadas sobre los lados de dicho rectángulo y volver a pincelar con la clara batida.



5. Rellenar el centro con piñones u otro tipo de frutos secos que gusten más. Espolvorear por encima con azúcar.




6- Tener calentado el horno a 200 grados con calor arriba y abajo, meter el hojaldre y a los 20 minutos estará listo con un color dorado que está diciendo cómeme.




7- Con mucho cuidado y unos gramos de paciencia, que todo hay que decirlo, no con demasiado éxito logré dividirlo en dos partes, lo he rellenado de mermelada de melocotón y lo cubrí con la tapa de piñones.





A la vista está el resultado, sabéis que no soy golosa, pero no pude remediar la tentación y he comido un buen trozo, es para nota.

Feliz día de San Valentín para aquellos que, como yo y Anthony hacíamos, lo sigáis celebrando al lado de vuestras parejas.

Abrazos, madre mía, te llevo siempre en el corazón.

Kasioles

miércoles, 29 de enero de 2025

UN NUEVO DÍA AMANECE Y PEZ DE TERNERA EN SALSA.

Querida madre: Mientras miraba unas fotos del último viaje que hice a Fuengirola, recordaba:

Sentada en al terraza de un sexto piso frente al mar, me había propuesto ver amanecer, no podía volver a casa sin antes grabar este precioso momento.

Son las siete de la mañana y aunque parece de noche, se puede apreciar lo desierta que está la playa, nada tiene que ver con unas horas más tarde en las que, los últimos veraneantes que se resisten a partir, despliegan toallas y sombrillas disputándose la primera línea de playa.



Algunos, los más madrugadores, dejan clavada su sombrilla y regresan a sus casas a desayunar tranquilamente.




Yo huyo de las aglomeraciones de gente, me gusta encontrar un lugar tranquilo, no me importa que esté alejado de la orilla, me tumbo en la arena y me pongo a leer un buen rato, la brisa otoñal se encarga de traerme la caricia solar.





Y después de contemplar tan bello amanecer, dejo volar la imaginación y pienso en él.






                                        Hoy desearía amanecer contigo

                contemplar como despierta el día

teniéndote a mi lado

y sintiendo el calor

cuando tus labios rozan los míos.

Quisiera volver al ayer,

retroceder en el tiempo.

Desearía….


Y una voz interior me dice que hay deseos que jamás podrán ser reales, que la vida sigue, que el tiempo no para, que lo vivido queda en pasado y lo verdaderamente cierto es que no nos queda más remedio que afrontar la cruda realidad por muy dolorosa que sea.

Pero Kasioles también sabe que nada ni nadie podrá arrebatarle su capacidad para seguir soñando.

Y como en este espacio siempre hay un plato que abre el apetito, voy a dejaros la receta de una carne de ternera que se hace rápido en olla exprés: Pez de ternera en salsa de vino blanco.

INGREDIENTES: Dos peces de ternera (el pez se encuentra en un lateral de la espaldilla, es jugoso y tierno),2-3 cebollas, sal y pimienta, 5 dientes de ajo, 2 zanahorias, 1 pimiento verde, 200cc de vino blanco, 150cc de agua, una pastilla de caldo de carne o pollo, un puerro y 2 hojas de laurel.




PREPARACIÓN:

1- Salpimentar los peces por las dos caras.



2- Poner una cazuela grande sobre el fuego con aceite que cubra el fondo y dos dientes de ajo con piel. Cuando los ajos tomen color y el aceite ya esté bien caliente, se meten los peces y se dejan dorar por ambas caras y laterales, se tienen que sellar bien, cogerán un bonito color dorado. Retirar y reservar.





3- Picar todas las verduras y los restantes dientes de ajo.



4- En el fondo de la cazuela donde hemos sellado la carne, quedan adheridos sus jugos, añadir un poquito más de aceite e incorporar las verduras picadas, dejar que se pochen durante unos diez minutos.




5- Poner los peces ya sellados en una olla a presión (la mía es una Perfect),



6- Cubrirlos con las verduras a medio pochar, las dos hojas de laurel, la pastilla de caldo disuelta en el agua y el vino blanco. Cerrar la olla, esperar a que suba la presión y dejar cocer 25 minutos.


7- Pasado el tiempo y cuando la presión de la olla haya bajado, se retiran los peces a una fuente y las verduras y jugos se ponen en un cuenco grande. La carne se deja enfriar y luego se corta en lonchas finas, las verduras se trituran, la salsa resultante acompañará a la carne.




8- Disfrutad de la ración, hay para repetir.



Y como siempre ya me despido enviando a mi madre y a aquellos que tanto me han querido, cariños alados.

Kasioles